domingo, 10 de octubre de 2010

Elle

Ya la había visto. Algunas veces la observaba pasar por los pasillos donde tomamos clases, en los alrededores de la escuela e incluso una vez coincidimos en el metro. En la clase que estábamos juntos me ocupaba de no aburrirme ante la avalancha de conocimientos de la cultura clásica, de molestar a mis 'compinches' y pasarla bien con ellos: elaborar dibujos 'vulgares', pintarnos mutuamente, salir a comprar dulces y compartirlos, platicar de todo -incluso de la clase en la que nos encontrábamos- y, hasta a veces, poner atención y apuntar como bestias para aprobar el examen (estábamos de oyentes y deber una materia de segundo semestre no habla bien de uno). En esos momentos no pensaba mucho en ella, pero fue ahí donde me di cuenta que ella estudiaba historia, que vestía 'peculiarmente' y ya. En ese entonces no había más.

Algo en ella llamaba mi atención pero entre el desorden de mi mente, mis amigos, otras chicas que igualmente me interesaban -al menos en mi mente-, la presión de algunas materias y las inquietudes de cualquier persona, la idea de ella sólo aparecía cuando la veía pasar, ya fuera de cerca o de lejos. Es curiosa la manera en que ocurren las cosas, o tal vez es únicamente el empeño humano de intentar explicarse aquello que le ocurre y además, por si fuera poco, otorgarle una significación, un sentido, un continuo e ininterrumpido camino que no cesa de seguir. Somos 'fans' de las teleologías, ya sea el destino, la voluntad divina, el karma, el 'así debía ser u ocurrir'. Mis pensamientos y explicaciones intentan ser causales, aunque la causalidad tiene necesidad de una causa primera que me es imposible determinar... (Sí, lo sé, ya me perdí, lo acepto: fin de esta pequeña gran disgresión narrativa).

Volviendo a lo anterior, recuerdo mucho la vez que nos encontramos en el metro, o que coincidimos en el mismo vagón -quizá coincidir sea exagerar porque recuerdo, aunque me apena un poco escribirlo, la seguí para estar en el mismo vagón-. Nos encontrabamos a una hilera de asientos de distancia, recuerdo mi nerviosismo y enseguida el impulso de sacar un libro y -según- leerlo para 'aparentar'. Jajajaja. Sólo fueron dos estaciones y sentía el impulso de verla y saludarla antes de bajarme, si no habría perdido una gran oportunidad... y así fue. Me levanté del asiento cuando el metro ya entraba a la estación y únicamente pude voltear a verla. La observe, mis ojos se posaron sobre ella y justamente en ese instante ¡ella volteó¡ Nos vimos unos segundos, los suficentes como para que me apenara todavía más y mi nerviosismo creciera. No sé si por suerte o desgracia, el metro llegó al lugar indicado en el que abre las puertas del vagón y me abalancé literalmente a la salida y apuré mi andar hasta que llegué al transborde. Y eso fue todo... o al menos eso creía.

Recuerdo igualmente haberla visto caminar en los alrededores del edificio. Generalmente ella iba acompañada de otros chicos. Estaba seguro de que ella 'salía o estaba' con un chico, pues frecuentemente la veía con él. Asimismo recuerdo que se juntaba con una chica que también se vestía 'como ella' y eso me parecía gracioso. Bueno...¡a mí qué no me parece gracioso!

Más allá de los escasos encuentros casuales en el salón de clase, o el verla pasar a lo lejos, no poseía más recuerdos o ideas sobre ella. La vida proseguía su curso, las situaciones se multiplican y uno vive y olvida, entierra y desentierra ideas y emociones de acuerdo a las circunstancias. Así funcionamos, o al menos así lo hago yo. Debido a mi pena de acercarme a hablarle a personas desconocidas, sobre todo si son chicas que me gustan, interesan y/o atraen, pensé que las cosas no prosperarían. Digo, hay miles de ideas, proyectos y planes que uno anhela y al final quedan en el olvido, relegados por las circunstancias impuestas por nosotros mismos y el fluir de las cosas. Ésta parecía ser una de esas experiencias destinadas a desvanecerse en el limbo de todo aquello que podría haber ocurrido y no acaeció... ¡pero no fue así!



Continuará...

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