domingo, 13 de febrero de 2011

Otra vez tú Fromm... y Kundera ¡ah! y Borges

Hace ya algunos años la lectura de "El corazón del hombre" de Erich Fromm transformó rotundamente mi pensamiento. Los conceptos "biofilia" y "necrofilia", alejados de la significación de las filias sexuales y entendidos  como actitudes frente a la vida, hicieron que me diera cuenta de cómo actitudes en primera vista simples y superficiales encierran una significación más profunda en relación a nuestro pensamiento y acciones como seres humanos. La necrofilia y la biofilia se encuentran en todas las personas aunque siempre hay una en mayor medida que la otra. Como su nombre lo indica una ama la vida y otra la muerte; una lucha por vivir porque es bello y valioso, la otra quiere controlar y dominar la vida y los seres vivos; una busca el desarrollo de las capacidades creadores del hombre para mejorar su existencia, condición y buscar la justicia mientras que la otra pretende imponer el orden aunque esto conlleve la destrucción de la vida. Cuando la biofilia es mayor en el humano éste ama -sobre este punto volveré después- y crece, cuando la necrofilia es elegida, consciente o inconscientemente, la persona odia y busca la destrucción sin sentido, el control y dominio, la muerte de los demás y de sí.

Estas ideas de este filósofo alemán, perteneciente a la Escuela de Frankfurt, en su rama más psicoanalítica, me marcaron. Ya antes había leído "Sobre la desobediencia y otros ensayos" y "La revolución de la esperanza". El primero es una serie de ensayos entre los que resalto aquél en el que habla de la personalidad verdaderamente revolucionaria y la rebelde: ambas se excluyen mutuamente y sólo cuando las personas logren ser "verdaderamente revolucionarias" pueden ser libres y, por ende, luchar por la libertad. El segundo se encuentra muy ligado a la amenaza mundial de una Tercera Guerra Mundial en la que las armas atómicas terminarías con la vida de la humanidad. En esta obra Fromm analiza lo que es y significa la esperanza -la fe en algo que racional y objetivamente puede pasar; por lo cual uno lucha y combate y que además, se debe ser consciente que puede o no llegar a suceder en el lapso de nuestra vida y no por ello debe uno desilusionarse- y lo que común y erróneamente se piensa que es: la fe irracional, el esperar sin actuar y el falso radicalismo revolucionario.

Erich Fromm era un hombre convencido de sus ideas y postulados. Era un filósofo de la esperanza, tal y como la entendía, al mismo tiempo que era consciente del gran peligro que entraña y genera el desconocimiento del ser humano por el ser humano, lo irracional de su actuar y las formas destructivas que éste adopta. Cuando habla de la biofilia y la necrofilia menciona un aspecto muy interesante: la existencia de un "punto de no retorno" en la segunda. Cuando una persona orienta mayoritariamente su actuar y pensar hacia la muerte, lo mecánico, lo  violento y el orden irracional, éstos dominan ya la percepción del mundo y de sí mismo y, entonces, llega un punto en el que no hay vuelta atrás. Cuando esto ocurre la persona, aunque quisiera y se lo propusiera, ya no puede ver las cosas de otro modo y la muerte es lo único que busca y que significa algo para ella. Esto puede trasladarse a la humanidad y a otros ámbitos: cuando el daño es demasiado grave, cuando la destrucción se vuelve regla y norma, cuando el frío orden se encuentra por encima de la vida y el amor, el ser humano deja de ser humano y la humanidad se destruirá a sí misma ya que no habrá sabido orientarse correctamente.

Justo hace unos días compré "El arte de amar" de Fromm y al comenzar a leerlo recordé el porqué es hasta ahora uno de mis escritores favoritos. Considero que la lectura de este libro ocurrió en un momento muy adecuado para mí: el de encontrarme enamorado. Es también este momento en el que busco llevar bien este aspecto de mi vida y lograr compartirlo conmigo mismo, mi pareja, los demás y la vida en sí: son éstos los aspectos que toca Fromm y los cuales referiré rápidamente.

De acuerdo con Fromm el amor no es un sentimiento sino un arte, es decir no se posee sino que se desarrolla. Al ser un arte necesita dedicación, esfuerzo, concentración, práctica y "teoría". Destaca sobre todo que el amor debe ser una actitud frente a la vida misma, debe guiarla y ser un medio, el fin es el desarrollo de nuestra capacidades creadoras para lograr la armonía personal. El amor, entonces, debe orientarse a todo y todos: a uno mismo, a la pareja, a los padres, a los hijos, a las demás personas y a "Dios". Si uno no logra amarse a sí mismo no puede amar a los demás; si sólo se ama a uno mismo no puede amar a los demás; si sólo se ama a la pareja el amor se convierte en dependencia a alguien más. La forma que adopte el amor de los padres hacia los hijos afectará sobremanera la forma como éstos aprendan y experimenten lo que es amor, ya sea de forma creativa o destructiva. El amor a Dios tiene que ver no con un culto a un ente todopoderoso y castigador frente al cual uno se somete, tampoco con la creencia o la fe -como lo dictaba la lógica aristotélica- sino con la capacidad de identificar a este dios con la justicia y la equidad, tomarlo como un camino y actuar conforme a éstas, de forma consciente y por voluntad propia; por convencimiento. Esta segunda forma es apoyada por la lógica paradójica, desarrollada sobre todo en las culturas y religiones orientales, donde el pensamiento y la razón sirven en última instancia para darse cuenta que no son el camino para entender a ese "dios". Bajo esta lógica no importa la fe, la ciencia o la verdad, sino en actuar bien. En otras palabras, ser o no ser de una u otra forma no es importante, lo que vale es actuar correctamente, ser uno con el Uno ("dios") -o algo así, mis nulos conocimiento de lógica y filosofía me impidieron seguirlo al cien, además de las constantes burlas sobre ser "uno con el Uno"-.

¿Adónde iba con todo esto? ya no lo recuerdo bien, la lectura de "La tecnoanarcumbia del alien agropecuario" me distrajo...
¡Ah, creo que ya recordé! Todo esto iba a colación del amor.

Muchos años de mi vida, para ser exacto desde la secundaria y para ser honesto hasta hace muy poco, creí que tenía "mala suerte en el amor", que "eso no era lo mío", que "era el karma (police) por haber <<abierto>> de la nada a varias personas", etcétera, entre otras ideas. Recuerdo que antes quería estar con una persona (pareja, novia, chica, compañera, como gusten) para sentirme bien y ser feliz: quería encontrar en otro ser mi felicidad, ¡gran error! Me pasaba como a muchos: la persona que me interesaba no se fijaba en mí más que como amigo, o de plano ni le interesaba yo; la persona a la que yo le interesaba o no me resultaba agradable o sólo como amiga, o ni eso; mi inseguridad o mi falta de compromiso provocaban que encontrara alguna razón para alejarme de esa persona, para sentir que no "era la adecuada" para mí. Incluso también ocurrió que uno se "apendeja" en algunas ocasiones y pues las cosas no prosperan: "hay de todo en la viña del señor" (no sé de cuál don pero así va la frase). Es curioso cómo uno mismo, con ayuda de los demás y de los medios de comunicación, del status quo y del (sin)sentido común, adopta y se apropia de los estereotipos y creencias populares y aceptados sobre las cosas. Es sólo cuando uno realmente se interroga sobre uno mismo, ya sea que la idea le haya nacido a uno o provenga de algo que se leyó, se escuchó o enteró, cuando se puede romper la creencia y comienza el interrogamiento propio y personal, el auténtico, motivado por la incertidumbre y curiosidad de satisfacerse a sí mismo, de conocerse o comenzar a hacerlo.

Experimenté varios tipos de "relaciones", desde las formales, las ocasionales, las provocadas por el consumo de "drogas", por la necesidad de estar con alguien, por la soledad, por el momento, las que nunca llegaron a concretarse, las que rechacé, las que viví y corté abruptamente, las imaginarias, las inconclusas y hasta las que no existieron ni en mi mente. La situación que vivo justo ahora no la había experimentado antes, fue inesperada y sorpresiva, lo que no le quita ni un ápice de hermosura, energía y alegría. Sigo sin saber qué es el amor en sí -maldita sea esa necesidad occidental de tratar de conocer "la cosa en sí" y demás varientes que pueden incluirse después de "la cosa..."- pero pese a ello me siento enamorado y siento amor por alguien más, por mí, por los demás y por la vida, aunque no sepa muy bien expresarlo con palabras. Deseo fuertemente que mi actitud frente a la vida cambie, abandonar ese pesimismo desesperanzador que tanto me agrada y quizá modificarlo por un pesimismo esperanzador o una esperanza no tan pesimista... ¡algo asi! No es esto una elegía a la cursilería ni a que todo es bueno y bello, ¡no!, eso sería una idealización muy peligrosa. Más bien aspiro a ser consciente de mí y de dónde estoy, de mis capacidades y límites, mis deseos y aspiraciones y lo real que éstos pueden ser. Aspiro a comprender e interiorizar todo aquello que he aprendido, leído, intuido y hasta aconsejado sin siquiera yo ponerlo en práctica con la seriedad que se merece.

Asi pues el amor no es un sentimiento sino un aprendizaje, un camino y no un fin, un construir individual, de pareja y de conjunto. Es un conocimiento de sí y de los demás, es un abrirse a los otros y hacerse consciente de su importancia: es un nosotros donde cada individuo sigue siendo uno pero que permite y desea construir algo con las demás personas. Precisamente por eso me encanta la postura frommiana: no es un idealismo ni un pesimismo, es un hacerse consciente de la situación, de las opciones y sus consecuencias, de nuestro poder y al mismo tiempo de nuestra finitid y limitación como seres vivos que morirán quiéranlo o no y que, en mi caso, piensan que en la muerte termina todo, que no hay más allá sino puro acá. Quizá algunos me tachen por eso de pesimista,simplista y desesperanzador. Opino todo lo contrario. Si Kundera piensa que la vida no es sino un borrador o algo menor, ya que un borrador es el proyecto de algo que se presentará posteriormente, pero que en nuestro caso no hay un "posteriormenente" ni una "puesta en escena" (al menos para los que no creen ni en la reencarnación ni en la otra vida, ni en el eterno retorno) ni mucho menos la posibilidad de tener una referencia frente a nuestra vida con otra. No, eso no es posible. Se vive una vez y este continuo devenir limitado puede terminar en cualquier momento, la incertidumbre es lo único seguro, y puede que muramos sin haber hecho si quiera lo que deseábamos o queríamos. Por ello aunque la frase "vive este día como si fuera el último" pese a ser muy trillada es terriblemente cierta. Ni se debe vivir en el futuro ni en el pasado, el presente se diluye a cada instante; lo que nos queda es "el pasado como presente ya ocurrido" y "el futuro como presente por venir". ¿Que qué dije? Ni yo mismo me entendí -suele pasarme frecuentemente- y quizá por ellos la palabra más adecuada que encuentro para designar ese constante fluir de eso llamado tiempo es el verbo devenir, cortesía de mi amiga Ale frezapatista. Devenir es un continuo irse haciendo, pues no estamos estáticos ni tenemos un fin ya predeterminado. soy de la idea de que consciente o inconscientemente, ya sea por voluntad u omisión, elegimos un camino, de acuerdo al momento en el que vivimos y en él y hacia él nos movemos. El camino no es único, hay una serie de otros que se atraviesan, se acercan y se separan, se interceptan, se van paralelos u oblicuos, avanzan y retroceden (si es que tales conceptos en verdad existen). Un camino puede llegar a un lado y otro a otro; puede que dos caminos similares lleguen al mismo "lugar" o que dos opuestos también, incluso puede que dos opuestos lleguen al mismo: la dirección no los excluye de lograr el mismo resultado por vías totalmente opuestas. Así es como interpreto "El jardín de senderos que se bifurcan" de Borges: no hay un camino único sino una simultaneidad de caminos que a su ves general otros caminos que pueden, antes o después, encontrarse y separarse. El punto es que ese camino sea elegido por ti y te permita hacer, hallar o vivir lo que quieres. Y si esto no afecta a los demás realmente, ¡pues qué mejor!

Sólo se vive una vez, por eso hazlo correctamente (lo que quiere decir de la forma que consideres como correcta, y si ésta te hace feliz, no daña a otros y sí los ayuda, ¡adelante compañerx!

Alors je vais vivre avec amour, l'amour comme chemin :D